lunes, 6 de junio de 2016

26J. Las luchas por el último escaño (I): Ciudad Real

Con motivos de la celebración de unas nuevas elecciones legislativas en nuestro país, queremos dedicar algunos posts dedicados a debatir el llamado reparto de escaños, especialmente en aquellas provincias medianas y pequeñas. Por ello, queremos dedicar hoy un primer ensayo a analizar una provincia pequeña (se reparten cinco escaños), donde el poder bipartidista se mantuvo en el pasado 20 de Diciembre, pero que la unión de Podemos e Izquierda Unida puede alterar las cosas: Ciudad Real.

Las elecciones de diciembre dejaron un panorama electoral en la provincia claramente multipartista. El Partido Popular consiguió tres escaños y el Partido Socialista, dos, como ya venía siendo habitual desde las elecciones de 1989. Sin embargo, Podemos y Ciudadanos estuvieron a punto de arrebatarle el último escaño al PP por poco más de 1000 votos (entre ambos se quedaron a menos de 400). 

Las elecciones del 26 despejarán algunas de las preguntas que quedaron inconclusas en la jornada electoral de diciembre: ¿conseguirán fraguar las nuevas opciones fuerza suficiente para conseguir el último escaño que consiguió el Partido Popular en diciembre? ¿la unión de Podemos e Izquierda Unida cuajará en una provincia conservadora como la nuestra? ¿perderá el Partido Socialista su histórica solidez en la provincia y, con ello, el segundo puesto conseguido? 

Tanto Podemos como Ciudadanos han intentado durante estos meses crear estructuras así como electorados que les permitan competir con el PP y el PSOE en las llamadas pequeñas provincias (menos de cinco escaños en juego) como es el caso de Ciudad Real. Ambos consiguieron su granero de votos en las grandes urbes de la región (Ciudad Real, Puertollano, Alcazar…) pero sus electores son muy diferentes: mientras que Podemos tuvo su público en los jóvenes desencantados con la política y de la clase media empobrecida, Ciudadanos en el pequeño empresariado que ha visto menguados sus ingresos desde el inicio de la crisis. 

El Partido Popular se juega el último escaño, casi vital para poder mantenerse en Moncloa, de la provincia con Podemos, que con los votos de Izquierda Unida, podría arrebatárselo. Por otro lado, el Partido Socialista en ausencia de empuje para conseguir nuevos escaños, mantendrá una estrategia de no atacar a Ciudadanos pues de ellos depende mantener su segunda posición: los últimos escaños en provincias rurales que aguante la formación naranja no irán a Podemos, entre ellos, el de Ciudad Real. De ahí su lucha. Ciudad Real se convertirá, esta vez sí, en uno de los focos de la campaña de junio para los cuatro principales partidos.

martes, 24 de mayo de 2016

El "susto" austriaco

Un susto por menos de 31.000 votos. Las elecciones presidenciales en Austria del pasado domingo nos dejan una "alegría" a medias. El partido de extrema-derecha FPÖ no gobernará en el país, sí lo hará el candidato de Los Verdes Alexander Van der Bellen. Decía a medias, porque la victoria fue en extremis y sólo por una victoria de 0,6% y menos de 31.000 votos, otorgada en los recuentos finales del voto por correo.Este susto no es el primero, pero si enmarca en una suerte de hechos recientes que encaminan a un futuro incierto: los sondeos dan victorias de la extrema derecha en las presidenciales francesas (Le Pen) pero no sólo eso allí, sino ascensos importantes en Alemania, Suecia, Holanda o Finlandia. Todos países donde los refugiados están llegando de forma más o menos masiva y con una opinión pública que no termina de aceptar su integración y protección por parte de las instituciones.


Las elecciones austriacas deberían tener una triple lectura: por un lado, que el avance de la política xenófoba y de extrema-derecha está para quedarse, al menos a medio plazo. No tenemos precendentes -democráticos- para poder observar la evolución de este movimiento, pero está claro que las respuestas de las partidos tradicionales hasta este momento has sido poco acertados. En ningún país este movimiento se ha desinflado, es más, parece que siguen sus ascensos, tras los buenos resultados de la AfD en Alemania en las regionales Renania Palatinado, Sajona Anhalt y Baden-Württemberg y las buenas esperanzas para 2018 con elecciones en Francia, así como comicios regionales o parlamentarios en otros tantos países.
En segundo lugar, que la extrema-derecha ya no asusta el electorado. En las elecciones francesas de 2002, cuando el candidato del Frente Nacional se enfrentaba al líder de centro derecha Chirac, el resultado fue de un 82,21 (Chirac) frente al 17,79% de Le Pen. Los más de sesenta puntos de referencia hacen referencia al respeto que tenían los ciudadanos franceses por tal movimiento: la diferencia en caso de los austriacos es de menos de un punto.



Por último, ningún partido tradicional ha conseguido aguantar el tipo, ni siquiera Los Verdes. Los socialdemócratas y democristianos (SPÖ y ÖVP respectivamente) no consiguieron pasar a la segunda vuelta, y Los verdes, que aún consiguiendo, no fueron capaces de arrollar al candidato de la FPÖ con firmeza. El punto de diferencia sólo refleja un voto de "mal menor", y no tanto, el rechazo claro hacia este tipo de movimientos. También Europa debería empezar a plantearse qué se ha hecho en mal durante esta crisis económica cuando, un candidato claramente euroescéptico, ha sido votado por la mitad de la población austriaca. Un nuevo golpe hacia la confianza del proyecto proeuropeo.

lunes, 25 de abril de 2016

La coalición electoral de IU + Podemos: ¿Error de principiante?

La unificación de los partidos de la "izquierda" (Podemos más IU) polarizará al electorado clásico del PP - Ambos partidos parecen ignorar que el crecimiento en votos quizá no cristalice en escaños  


Hace varios días que llevo dialogando con amigos y familiares el error que podría suponer para Izquierda Unida y Podemos su coalición electoral. Todos me responden que evidentemente, si el 20 de Diciembre ya sumaron más votos que el PSOE, ¿por qué no hacerlo? La respuesta es clave: su premisa de multiplicar el 1 + 1 es muy probable que no se cumpla, y lo que es peor, es posible que esta suma no dé dos.

La hipótesis inicial de estos dos partidos es una pasokización del PSOE: una pérdida significativa de apoyos en todos los territorios de manera masiva, tal y como sucedió con el partido griego hacia varios años. El problema es que no hay ninguna observación directa que pueda digerir tal resolución: las encuestas iniciales no admiten un descenso del partido de Pedro Sánchez, situado en torno a los cinco millones de votos (El País, El Español y El Mundo, de este fin de semana); y aún siendo probable que la suma de ambos pueda superarlo en votos, parece más descartable en escaños (por la ley electoral actual); sobre todo, porque pueda hacer que su principal contricante, el PP, mejore significativamente sus resultados. Pero vayamos por partes.

En primer lugar, basan su teoría inicial en la creación de un eje ideológico izquierda y derecha que deje al PSOE en una mala situación. Y sólo es cierto en un caso: en la derecha. La fuerza ideológica del Partido Popular es fuerte como para llevarse a Ciudadanos, pero no es la misma en la izquierda. Es muy posible que el electorado conservador se vuelva a unificar en expensas de una subida de la izquierda del PSOE, como un voto del miedo; en cambio, Podemos e IU no son capaces de convertirse en polo "irradiador" de la izquierda porqué quedan menos centrados en el tablero que el PSOE. No serán capaces de atraer a mucho electorado central. Además, tampoco tienen la suficiente fuerza como para convencer a la opinión pública de que son el "referente".

En segundo lugar, porque consideran el voto útil que hará el electorado del PSOE hacia la coalición de izquierda, y esto es, según las últimas encuestas, posiblemente descartable. Los votantes del PSOE ven mayoritariamente (según los últimos sondeos, y especialmente los del CIS) de forma negativa, casi en igual proporción, que los votantes de Ciudadanos o del PP, a Pablo Iglesias. Lo mismo sucede en el eje ideológico: el líder de Podemos sólo es aceptable para aquellos situados en el extrema izquierda (1 y 2) del espectro. Además, las últimas semanas han vuelto a polarizar a Pablo como un líder hostil y duro (especialmente, con ataques al electorado del PSOE que no perdonará fácilmente el ataque de la "cal viva"). A pesar de la 'dulcificación' que se logró de él tras la campaña de las locales y durante la campaña de las generales, no es posible hacerlo por tercera vez. Los votantes no parten de la misma ingenuidad. La hipótesis inicial sólo sería viable con un líder bien visto entre el centro izquierda (como Garzón), pero todo parece que la candidatura será del líder magenta.

Además, tampoco debemos olvidar las reticencias que podría tener la coalición: pese a que pueda ser bien vista por la mayoría de los "militantes" de Podemos, no parece claro que lo sea por todo Izquierda Unida. De hecho, Gaspar Llamazares y su corriente se niega a tal. Y será ingenuo pensar que el proceso de negociación se libra de una manera "pacífica". Es desgaste puede ser un problema añadido, así como, en torno al 20% del voto de IU de las pasadas elecciones podría irse a la abstención si esta coalición se lleva adelante. Aparte: Podemos obtuvo un buen resultado porque se presentó como un partido amable para el electorado de centro. Una unión con IU sólo le llevaría al punto inicial, a la parte izquierda del tablero, impidiendo que votantes moderados que lo apoyaron en Diciembre, vuelvan a hacerlo.

Por último, la ley electoral y el peso de Izquierda Unida entre las provincias menos pobladas no les beneficia. Sin "desastre electoral" (perdida de más de un millón de votos) para el Partido Socialista (del cual soy escéptico), las posiciones no variarán. Es probable que la mejora de la coalición se produzca de las grandes circunscripciones, donde es posible que arrebaten tres o cuatro escaños al PSOE. Pero no más allá debido a que no habrá cambios muy significativos. El problema recae en las provincias medianas y pequeñas: la hipótesis inicial de los coaligantes es superar al PSOE. Esto es plausible en las grandes ciudades (donde ya lo hizo el 20D) pero en las medianas y pequeñas lo que puede aportar IU a Podemos no es suficiente para quedar segunda fuerza. Por ejemplo, en León juntos se quedan a más de 50.000 votos del PSOE juntos, en Ciudad Real a más de 40.000, en Teruel a más de 5.000.

Volviendo al inicio, la hipótesis era arrebatar al PSOE los "últimos escaños" de estas provincias medianas y pequeñas, pero el hecho es que los socialistas apenas obtuvieron esos últimos escaños el 20D. Fueron, para el PP, o se jugaron el liza entre Ciudadanos y ellos mismos. Es cierto que la suma de IU más Podemos puede arrebatar el tercer puesto en aquellas circunscripciones donde Ciudadanos quedo tercero y se llevó escaño y de ahí se producirá el crecimiento (en Teruel o Albacete sucedió).
Pero si partimos de la polarización del electorado conservador entorno al PP (y el descenso de Ciudadanos, por tanto), estos últimos escaños se lo jugaran con un contricante más fuerte, los populares; pero no con el PSOE. Por ello, es bastante improbable un descenso en escaños por parte de socialistas, sino más bien a costa de Ciudadanos. Y tendrán que aumentar mucho en votos para poder arrebatar al PP el último escaño.

Por concluir, en términos de aritmética electoral los cambios serán mínimos. Es cierto que Podemos en caída en encuestas requiere de una Izquierda Unida en ascenso. Superar al PSOE en votos en probable, pero no en escaños. En todo caso, hay que diferenciar objetivos: una unión de esas características no es un ataque frontal al PP, su objetivo es sólo superar al PSOE. Y he aquí la idea central: en términos de comunicación política, esta unión les hace fuertes, al menos de forma transitoria. Otro cosa será el día después, cuando el Reglamento del Congreso no permita grupos parlamentarios diferenciados y volvamos a ver como la izquierda sigue "dividida".

miércoles, 30 de marzo de 2016

Comunicación política e institucional en momentos de crisis

Ya pasados los atentados yihadistas de Bélgica, y con algo más de perspectiva con los sucedidos meses atrás en Francia, queremos dedicar un post a la gestión de las crisis políticas e institucionales. Evidentemente, este es un tema tan excepcionalmente complejo como para tratarlo con la mayor de las cautelas; más aún cuando tu cometido desde las instituciones públicas es medir de la forma más velada posible la información que proporcionas y qué efectos tendrá sobre la opinión pública.

En general hemos advertido al menos dos problemas en la comunicación institucional belga, que fueron sensiblemente mejor gestionados por parte de los franceses el pasado noviembre: en primer lugar, la cantidad de información -que fue realmente escasa, lo que permitió a los medios de comunicación especular con mucha facilidad- y, en segundo lugar, la ausencia de planificación. No hubo control de daños e, ir detrás de la información, requirió seguir el marco impuesto por los media.  

Desde aquí queremos comentar diferentes técnicas para comunicar mejor y de la forma más rápida posible en este tipo de crisis. Queremos advertir de al menos tres aspectos relevantes fácilmente subsanables en el caso belga: 

A) Numerosos autores (al final del post hemos dejado tres aportaciones bibliográficas sobre cómo gestionar crisis) han comentado las cuatro etapas "clásicas" de una crisis institucional: 1. Inicio-Aparición 2. Crecimiento 3. Madurez o Desarrollo 4. Desaparición o declive. En ese sentido, es especialmente importante que en el inicio o aparición de la crisis es imprescindible responder con la mayor celeridad. Y esto no fue posible. Pasaron más de horas hasta las primeras informaciones públicas, lo que permitió que las especulaciones periodísticas fueran de especial gravedad. 

B) En un hecho como este no se puede evitar la cobertura mediática del caso, y por ello, hay que adelantarse a los acontecimientos. El gobierno belga debió de conocer los fallos de seguridad y control de los terroristas, y en ese sentido, su primer ministro tuvo que adelantarse: ser el emisor. Por ejemplo, realizar una rueda de prensa pública previa donde el propio país fuera el impulsor de mejores medidas contra la lucha antiterrorista (proponiendo una agencia de investigación europea o la denuncia de compartir información confidencial entre países miembros), pero no se hizo. El anuncio de la prensa internacional sobre la expatriación turca trastocó el papel de "víctima". La responsabilidad se trasladó a las instituciones por dejación de funciones.

C) Que tu popularidad aumente tras una crisis es posible, de hecho, el Presidente francés lo consiguió. Es por ello que tu equipo de comunicación debe de tener la destreza suficiente para gestionar toda la información disponible, que permita a tu empresa o partido/candidato controlar la situación. Que tu seas quien genere los temas o incluso, el que emita el relato, te garantizará mayor probabilidad de éxito. 

Bibliografía de uso
González Herrero, A. (1998): Marketing preventivo. La comunicación de crisis en la empresa. Barcelona: Bosch.
Lledó, J. (1993). Management y marketing en tiempos de crisis. Madrid: Tea ediciones.
Mitroff, I. y Pearson, C. (2002): Cómo gestionar una crisis. Barcelona. España: Gestión 2000.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Lecciones a aprender de las elecciones alemanas

Las elecciones alemanas en tres landers o Estados federados (Renania-Palatinado, Sajonia-Anhalt y Baden-Württemberg) han copado los diferentes medios de comunicación, especialmente con el auge del partido xenófobo (AfD) y los debacles electorales de las dos formaciones de centro-derecha y centro-izquierda, CDU y SPD (aquí os dejo un buen análisis al respecto).

Propongo  tres lecciones que pueden ser interpretadas en clave nacional, a tenor de los resultados de los comicios regionales germanos:

1. “Co-gobernar” con otro partido no se siempre se puede rentabilizar y más siendo el socio minoritario. Existen varios estudios publicados al respecto (con resultados estadísticos) que certifican que ser el socio de gobierno, en minoría, no siempre es sencillo y puede no rentabilizarse electoralmente. Los socialdemócratas no han conseguido vender de la manera más exitosa posible sus acciones en el gobierno, que habían compartido junto con los verdes en el Estado de Baden-Württember, siendo estos últimos los que, con un líder bien posicionado y bien valorado entre los electores, han capitalizado todos los logros del Ejecutivo regional. Por eso, en el nuevo escenario multipartidista que se abre en nuestro país, nuestros dirigentes y partidos políticos deberían aprender que ser socio minoritario, tanto en el gobierno como soporte parlamentario de la oposición, tiene sus ventajas e inconvenientes y ambos deben ser tomados en consideración. ¿Debería entrar el PSOE en los gobiernos municipales de Madrid o Barcelona? ¿Ciudadanos o Podemos deberían participar en los Ejecutivos regionales a los que permitieron gobernar? La respuesta no es fácil, pero en ambas opciones, deben de cuidar muy mucho la comunicación política para que los electores interioricen las acciones y gratifiquen/culpen los logros/fracasos de cada partido.


Candidata regional de AfD

2. Que las opiniones intermedias no siempre funcionan: se ha acusado tanto a Merkel (y su partido, la CDU) de no haber defendido una posición más dura con los refugiados. También a la SPD, que no ha conseguido transmitir una postura más favorable a la acogida de refugiados y en repulsa de la propuesta del Consejo Europeo de expulsión colectiva de miles de sirios a Turquía. Las posturas intermedias en un tema tan relevante (para la opinión pública alemana) no siempre funcionan en debates muy polarizados y donde los marcos –frames- están muy establecidos: o una fuerte defensa del derecho de asilo o la expulsión. En ese sentido, la ultra-derecha ha conseguido posicionarse como el mejor partido para defender la postura “refugiados fuera” mientras que los verdes (especialmente en Baden-Württember) y la izquierda – Die Linke (en Sajonia-Anhalt) la más aperturista. Aprendamos en España: el PSOE ha iniciado una fuerte postura en defensa de los refugiados (y de hecho, Margallo ya ha anunciado que España podría vetar el acuerdo del Consejo Europeo si no cumple con el derecho internacional) porque sabe que la postura contraria (España no será un gran receptor de refugiados) no fructificará en nuestro país. Que los electores lo identifiquen como “el partido de defensa del derecho de asilo” puede traerle buenos resultados.


3. Las grandes familias ya no funcionan: tanto la CDU como el SPD no consiguen llegar al –nuevo- electorado de la misma manera que lo hacían antes. La fragmentación de las audiencias y de los públicos, la emergencia de nuevos temas en la agenda pública y, sobre todo, una nueva tendencia que va más allá de España y que se expande por todo el continente en contra de los dos grandes familias europeas. Los verdes y la “izquierda” (Die Linke) consiguen un buen resultado, pero mucho más la extrema-derecha (AfD), que puede medirse ya casi en igualdad de condiciones a los grandes partidos. Esta corriente en contra de las socialdemócratas y los democristianos-conservadores puede ser aprovechado por los nuevos partidos-formaciones outsider, que si gestionan de forma adecuada sus nichos, pueden conseguir buenos resultados. Los partidos catch-all funcionan cada vez peor en Europa y oponerte al establishment da resultados. Aquí ha sucedido de la misma manera: Podemos y Ciudadanos han conseguido igualmente resultados muy optimistas. Sin embargo, no vale todo: los verdes se dejan en Renania-Palatinado un descalabro debido el desgaste de ser socio minoritario de la CDU. Hay que saber gestionar los buenos momentos y esto a veces, es más complicado que hacer buenos relatos en contra de todo en coyunturas económicas adversas.



lunes, 18 de enero de 2016

¿Y después qué?

Tras la investidura de Carles Puigdemont como President, se cierra el ciclo de casi tres meses desde las elecciones del 27 de Septiembre sin acuerdo por parte de los partidos proindependentistas en Cataluña. Como consecuencia de su elección, y tras el paso hacia un lado dado por el ya Expresident Artur Mas, los líderes de los diferentes partidos han continuado con sus discursos: un relato de cierre de filas con el Ejecutivo por parte del PP, PSOE y Ciudadanos, y a Podemos y especialmente a Ada Colau, que mientras saca a relucir el miedo de Convergencia a sacar de nuevo las urnas a la calle tras los comicios nacionales de diciembre, volvía a poner el foco en un posible ‘consulta’ para avanzar en el proceso.

Es especialmente interesante que aquellos que plantean esta consulta, que por cierto sólo defienden Podemos y En Comú puesto que Convergencia y ERC ya la han desechado, posee grandes cuestiones más allá de su legitimidad, su legalidad, o incluso, la pregunta que se realice. En primer lugar, y pese a ser la opción preferida de los catalanes (según la encuesta de un periódico catalán de hace algunas semanas), las opciones políticas que han defendido plenamente esta opción no han tenido buenos resultados. No funcionó en las pasadas elecciones de septiembre, donde la única opción que planteó de forma clara la consulta como solución al problema catalán, perdió apoyos y se fue desinflando a lo largo de la campaña electoral, perdiendo 7 escaños desde los pronósticos electorales hasta los resultados finales. Tampoco hemos de olvidar lo sucedido en los comicios de diciembre: a pesar de ser el partido con mayor apoyo con 12 diputados, los partidos independentistas sacaron 17 diputados (DiL y ERC) y 18 los partidos constitucionalistas (PSC-PSOE, PP y Ciudadanos), y todo sin la concurrencia de la CUP, que hubiera sin duda restado apoyos al partido de Iglesias y Colau. Tampoco los votos les respaldan, que con 927 mil electores, están muy lejanos de los casi millón doscientos de los independentistas y los cerca de millón quinientos de los constitucionalistas.

Junto a la escasez de apoyo “real”, más allá de los sondeos electorales, una consulta no resuelve el problema. ¿Realmente una campaña electoral en una consulta de esta categoría sería clara? ¿Vendería mejor un relato optimista que defenderían los partisanos de la independencia frente a otro más realista, y en cierto modo, austero de los unionistas? En estos términos, la probabilidad de que el resultado fuera un sí se dispara, y en este caso, el problema no se desencalla, sino que aumentaría los escollos puesto que ya habría un argumento más sólido por parte de los independentistas para legitimar su proceso.

Tampoco sería mejorable un no, y más sabiendo que la estrechez de la distancia electoral entre ambas, no auguraría un éxito más allá del 60% para los constitucionalistas, o lo que es lo mismo, tendríamos entre un 40 y un 45% de electores catalanes que ya sabríamos de forma clara que están dispuestos a dar el salto. Y esto es lo que ya tenemos con los resultados del 27 de Septiembre: con este resultado, Junts per sí ha conseguido vender esto como un éxito para seguir con un proceso constituyente para proseguir ganando adeptos, en palabras de la formación asamblearia.


Es cierto que el mal llamado “problema catalán” está enconando por la posición de los agentes. Tampoco los partidos nacionales han conseguido desmovilizar a muchos de los partidarios que más que independentistas, se han sentido afines al proceso como un mal menor. Partido Popular y Ciudadanos sólo plantean la ley y un no a todo proceso de diálogo,y el Partido Socialista, aún más dispuesto a negociar algún aspecto, plantea una reforma constitucional s tan ambigüa que no deja claro ni nuevos contenidos, ni competencias ni contraprestaciones que pudieran contentar a muchos catalanes, alejados del Estado Español que es visto con cierta incredulidad. Los partidos deberían de empezar a poner encima de la mesa alguna medida concreta, más allá de una consulta que no resuelve nada, pues una vez realizada, el escenario no sería uno distinto del que ya tenemos.

domingo, 10 de agosto de 2014

Cinco tesis sobre el último barómetro del CIS: ¿sale realmente ganando Podemos?


Tras una semana de la publicación del último barómetro del CIS, y más aún, con EL PAÍS de este domingo donde Metroscopia pone en empate técnico al PP y al PSOE en intención de voto si fueran mañana las elecciones alCongreso de los Diputados, me ha resultado curioso la tesis principal de los medios de comunicación han dado ante tal: el fin del bipartidismo debido a que Podemos ha superado como segunda opción preferida por detrás del PP al Partido Socialista en intención de voto.

Sin embargo, mi extrañeza ha sido cuando, en plena tarde del domingo, me puse a repasar algunas de las noticias publicadas, y sobre todo, a examinar con mayor detenimiento la encuesta del CIS por variables sociodemográficas, empiezo a pensar que los periodistas únicamente miraron la pregunta “intención de voto” sin entrar en las demás variables que pueden ser también muy determinantes.

En ese sentido, y como respuesta a ese titular, presenta cinco respuestas – o contratesis- para responder al gran titular de estos días del fin del partidismo.


  1.  La intención de voto es emocional, no racional. Cuando un entrevistador realiza al encuestado la pregunta, ¿Si se realizarán mañana las elecciones, usted a quién votaría?, no se ofrecen respuestas, sino que es el propio individuo de forma más o menos directa su opción preferida. En ese sentido, se mide el grado de conocimiento de las opciones políticas y también sus preferencias electorales. Esta es una actitud puramente emocional, rápida, espontánea, sin apenas opción de raciocinio, y que además, no compromete al elector. En ese sentido, no se puede tomar la intención de voto como algo escrupulosamente directa para obtener unos resultados reales, debido a que el voto propiamente dicho es algo racional (que el elector ha razonado y pensado los contrapesos de su elección) así como comprometedora debido a que éste sabe el peso de su elección para los próximos años.
  2. La intención de voto no exige el voto real. Esto es, cuando el electorado se le pregunta sobre este aspecto, esto no quiere decir que el voto este asegurado (infidelidad) ni siquiera que este dé por seguro ir a votar (abstención). En este sentido, es bastante reseñable que el voto de Podemos sea de menores de 35 años principalmente, grupo de mayores abstencionistas, pero también que entre aquellos que admiten que votarán a Podemos estén los abstencionistas (11% del voto a Podemos, entre aquellos que no votaron a ninguna formación en las anteriores elecciones).
  3.  La existencia del voto oculto. ¿Realmente algunos de los periodistas tiene el conocimiento del voto oculto, esto es, de los algunos de los electores no expresa su deseo real de voto debido a la sanción social y por ello eligen a otras opciones más aceptables socialmente? Sinceramente todavía creo que existe un relevante voto oculto en esta encuestas, entre ellas, por las desviaciones en el reconocimiento en las pasadas elecciones europeas (7 puntos de reconocimiento por debajo del resultado real por parte del PP, 4 puntos por parte del PSOE y la existencia de ciertos partidos excepcionalmente inflados como comentaré posteriormente). Pero ya no es solamente este argumento, es que dentro de la propia encuesta existen algunas variables que apuntan a que PP y PSOE siguen siendo partidos de reconocimiento por parte del electorado.  Por ejemplo, a la pregunta ¿a qué partido usted nunca votaría?, el Partido Socialista sigue siendo, sólo dos puntos por detrás de EQUO, la formación con menor rechazo social con un 41,9%, diez puntos por debajo de Izquierda Unida o veinte puntos por debajo del Partido Popular.  Pero es más, tanto el PP como el PSOE siguen siendo los partidos con mayor simpatía política por parte de los ciudadanos (14,3% y 14,7% respectivamente), todavía por delante de Podemos (13,1%) y IU, que se encuentra por encima del 8%. Y ya como curiosidad, el barómetro muestra que entre los nuevos votantes que piensan en ir a votar “si fueran mañana las elecciones” no es Podemos, sino el PP (más de un 13%, con dos puntos de diferencia con Podemos) la opción preferida. En este sentido, no creo que los dos partidos tradicionales hayan perdido su simpatía por parte de los ciudadanos, sino el problema está en otras variables.
  4. Efecto Bandwagon. El efecto Bandwagon o de arrastre tiene que ver con que los ciudadanos a menudo prefieren hacer, y en nuestro caso, decir aquellas opciones más populares debido a que son más aceptables socialmente que nuestras propias ideas o acciones. En este sentido, y confrontando con los resultados de las elecciones de las europeas, Podemos obtiene más de cinco puntos (en oposición de los 7 y 4 puntos de pérdida que tienen el PP y del PSOE) de resultado positivo entre el más de 8% que obtuvieron al Parlamento Europeo y más del 13% que los ciudadanos le dan de reconocimiento en el barómetro.
  5. Suelos: Por otro lado, a la tesis del fin del bipartidismo, habría que asumir que el Partido Popular y el Partido Socialista ya han llegado –desde hace meses- a sus suelos electorales (al menos en tasas de intención de voto) y que por tanto se debería descartar un “efecto PASOK”.